Capitulo 4: Sombras de la noche



Poco a poco, comencé a recobrar la conciencia. Fuerte golpe el que me había dado al caer al suelo desmayada. El mundo me daba vueltas, y no era para menos.

Estoy viva!- Fue lo primero que pensé al sentir mi cuerpo bajo una cobija de lana muy caliente. Lentamente abrí  los ojos, para ver donde estaba.

         -¡Hey chico! Tu amiga ya despertó- El grito me aturdió un poco, pero me hizo despertar completamente. Me encontraba en una pequeña habitación, envuelta de imágenes de grupos musicales y cantantes, era muy calurosa y acogedora, me recordaba a mi habitación, y eso me daba nostalgia, porque pronto no la volvería a ver.

Trate de reconocer la voz de aquel joven que se encontraba cerca pero no pude. Gire un poco la cabeza, tratando de que no me doliera mucho. Aquel chico que había gritado no era otro que el hechizante de Max cerca de la puerta.

         -¿Melissa?- Dijo alguien detrás de la pared, no lo podía observar muy bien ya que Max lo tapaba de mi vista. -¿Esta bien?- Le pregunto a Max, el cual estaba recostado en la pared, al lado mío. Aquel personaje que preguntaba por mí, fue entrando rápidamente a la habitación. Era Christopher. Me sorprendía mucho verlo, después de la discusión que habíamos tenido.

         -¿Dónde estoy? ¿Qué me ocurrió?- Dije por fin, sentándome en la cama. El dolor de cabeza no se había ido pero si las imágenes en cámara lenta.

         -Hey, Mila, relájate. Estas en mi casa- Dijo Max acercándose a mí y agachándose para verme fijo a los ojos.

         -Pero y que ocurrió… Ryan, sus amigos… Espera ¡Me querías robar!- Dije exaltada recordando los sucesos anteriores. Subí rápidamente la mano derecha para ver que el brazalete estuviera hay, pero para mi sorpresa no lo estaba. -¡Idiota, dame mi brazalete!- Dije parándome fuertemente. No me importaba el dolor de cabeza, lo único que me importaba era mi joya. Max se paró igual y se dirigió a su posición anterior, recostado en la pared.

         -Mel, tranquilízate, estas muy débil como para estos sustos. Tu brazalete está bien, yo lo tengo- Dijo Chris, tomándome el cabello y peinándolo –Tampoco confió mucho en este chico- Me susurro al oído -Tuvimos inconvenientes cuando te sacamos de aquel lio en el que estabas metida- Dijo ya más duro para que Max escuchara.

         -Si Mila, relájate. Además si te lo quisiera robar tu amiguito no me dejaría, es un cabeza dura- Su mirada encantadora volvió a cruzarse con la mía- Antes deberías agradecer. Ryan no es un tipo fácil de llevar y menos si le hablas de su vida, como lo hiciste tú- Dijo ahora apartándose de la pared, acercándose a mí y tomándome por los hombros. – ¿Cómo le hiciste para saber su vida?

         -Primero- le dije, sacudiendo sus brazos y caminando unos pasos hacia el closet de la habitación, que estaba enfrente de la cama. Trataba de desviar el tema para evitar darles una respuesta que ni yo misma sabía cuál era - ¿Qué fue lo que ocurrió cuando me desmaye?

         -Es una larga historia- Dijo Chris caminando hacia la ventana.

         -Bueno tengo mucho tiempo, no hay nadie que me espere en casa- Dije bajando la vista. Aquel comentario me dolió mucho.

         -Pues te diré- Dijo Max cerrando rápidamente la puerta, al parecer no quería que nadie escuchara- Cuando te desmayaste, Ryan empezó a cuestionarse si matarte primero y luego ya sabes, llevarte a su cama o primero   llevarte a su cama y luego matarte- Dijo en un tono que me desagrado mucho- Y luego de un rato de pensarlo decidió primero matarte; tenía el arma lista y todo cuando apareció tu amigo Christopher-

         -Iba a ir a tu casa a pedirte perdón por lo de antes- Dijo Chris interrumpiendo el relato de Max, y mirando fijamente el paisaje que había por fuera. Era hermoso, pájaros, arboles, y nubes. Era un paisaje lúgubre pero acogedor y confortante.

         -Bueno, continuo- dijo Max en un tono enfadado por haber sido interrumpido –Tu amigo llego y te vio en el suelo y pregunto qué te hacíamos y  ninguno contesto. Mis otros 2 amigos se habían ido ya que tú ya eras trabajo fácil y ellos tenían que buscar dinero para… sus cosas. Entonces solo quedábamos Ryan, tu conocido y yo- dijo señalando a Chris- Bueno para acortar la historia, Ryan te disparo, trate de desviar su mano para que no te diera pero no pude y tu valiente compañerito te empujo para que la bala no te diera. Pero por desgracias le dio a él- Lo dijo con una frialdad que se me hacía muy familiar. Quede paralizada, si lo que Max decía era verdad, Chris me había salvado la vida aun acosta de cómo le había hablado.

         -Chris, ¡¿estás bien?!- Dije sobresaltada. Mi mente estaba confundida. No entendía para nada la actitud de Christopher, le había mentido y aun así arriesgo su vida para salvarme-No te preocupes Mel- Dijo él, acercándose a mí y tomándome de la mano- La bala me rozo el brazo, pero ya fui atendido- Dijo tiernamente llevando mi mano hasta su herida –La madre de Max es muy buena enfermera.

         -Bueno chicos, ya es tarde y no creo que quieran volverse a encontrar con Ryan camino a casa ¿O sí?- Dijo Max señalando la ventana. Estaba oscureciendo, el sol ya se estaba poniendo y pronto nos quedaríamos sin su luz. Chris y yo asentimos y nos acercamos a la puerta, cuando de repente Max puso su mano frente a mí, recostándose a la pared –Pero qué tal si mientras los llevo a sus casas, nos vas contando como le hiciste para saber la vida de Ryan-  Dijo  ya apartando su mano para dejarnos pasar.

         - No seas tan fatigoso, déjala respirar – Dijo Chris

         - No importa,  ya descanso mucho ¿No te parece?- Dijo Max dirigiendo su mirada mordaz y hechizante hacia mí.

         -Pues ¿qué quieres que te diga Max?- Le dije devolviéndole la mirada.

         -Quiero que me digas como supiste la vida de Ryan y como sabes mi nombre- Dijo algo confundido

         -Lo escuche cuando me querías robar- Dije cruzando los brazos y mirándolo con cara de pocos amigos.

         -Oh, lo siento, pero que yo sepa nunca mencionamos el nombre de Ryan ni mucho menos su vida- Dijo algo suspicaz.

         -En efecto no lo mencionaron- Le dije arqueando una de las cejas y agachándome para amarrar el cordón del zapato. La verdad estaba amarrado, pero no sabía que más hacer. Aquel chico sabía como ponerme nerviosa y eso me encantaba. Él tenía algo que me hacía temblar.

         -Bueno, ¿Nos enseñarías la salida?- Dijo Christopher en un tono de cólera mirando para todas partes, tratando de averiguar por donde estaba la puerta.

         -Relájate nena- Dijo Max mirándolo con coraje -¿Tu amiguito siempre es tan desesperante?- Me dijo cubriéndose la boca con una mano para que Christopher no escuchara. –Síganme, por acá es la salida- Era una casa humilde y no muy grande. Era de madera y tenía un pasillo lleno de habitaciones sin puerta.

         -Hola- Dijo una voz femenina dentro de una de las habitaciones que ya habíamos pasado- ¿Cómo siguieron?- Salió una mujer de unos 40, 45 años de edad, llevaba un delantal blanco con algunas manchas de aceite y un vestido de flores azules.

         -Bien mamá. Los llevare a casa para que no les pase nada ¿Esta bien?- Dijo Max rascándose la cabeza.       

         -Sí.- Dijo acercándose a mí. El suelo resonaba con sus pantuflas- Hola nena. Mucho gusto mi nombre es Leandra, soy la madre de Maximiliano- Me dijo extendiendo su mano, le extendí la mía y la apretó fuertemente. Su nombre era extraño y a la vez muy conocido.

         -Es un gusto, mi nombre es Melissa- Le dije dándole una cálida sonrisa que me devolvió- Muchas gracias por haber ayudado a mi amigo y también por permitirme quedar aquí mientras me despertaba- Le dije frotándome la mano izquierda con la derecha.

         -No fue nada- Dijo acomodándose las gafas y dando un vistazo rápido a la ropa que llevaba puesta. Rápidamente un estornudo de parte mía estremeció la habitación.

         -¡Hay por Dios! Mi niña, te va a dar un fuerte resfriado. Maxi llévalos rápido a su casa para que ella se pueda cambiar- Dijo amablemente tocando mi frente para ver si tenía fiebre. Chris mientras tanto, estaba parado detrás de mi esperando que nos fuéramos.

         -Está bien mamá, pero entonces no nos distraigas más- Dijo Max caminando fuertemente hasta el final del corredor, mientras nosotros nos despedíamos de la amable señora, luego lo seguimos –Bueno, ¿por dónde están sus casas?- Dijo Maximiliano mirando para todas partes. El suelo aún seguía húmedo lo que me hacía creer que no había pasado mucho tiempo desde que me había desmayado.
         -Por ahí- Dijo Christopher señalando a la derecha. La casa de Chris era la más cercana y la mía quedaba unas cuadras más adelante.

         -Ok, entonces vamos y me van indicando donde- Dijo Max caminando hacia donde le había indicado Chris, mientras nosotros lo seguíamos. El aire estaba frio y la noche ya se asomaba por una de las colinas más cercanas. Estaba tiritando de frio y estornudando sin parar.

         -Estas resfriada- Dijo Chris tomándome por los hombros.- Toma, ponte esto.- Dijo quitándose la chaqueta y ayudándomela a poner.

         -Muchas gracias, pero ¿Y tú?- Le dije mirándolo con agradecimiento, era un lindo gesto de su parte. Chris era una gran persona y muy bondadosa, siempre ayudaba a los demás. Nos conocíamos hacía ya varios años. Siempre me había tratado como a una hermana y yo nunca hice lo mismo con él. Era un poco más alto que yo, su cabello era castaño, largo y despelucado,  sus ojos eran de un color gris perfecto y tenía 17 años.

         -Tranquila, soy más fuerte que tu- Dijo riéndose y mirando por donde pisaba- No me enfermo tan fácil- Dijo ahora volviéndose hacia mí y guiñándome el ojo. Me reí y seguí derecho.

         -Bueno par de tortolos, ¿quieren decirme por donde viven?- Dijo Max mirándonos de reojo. Estaba un poco molesto y se le veía las ansias que tenía porque Chris se fuera.

         -La mía esta unas dos o tres casas más adelante- Dijo Christopher algo triste y celoso porque él ya había llegado y nosotros aun continuaremos un camino que no era muy corto.

         -Gracias Chris- Dije agachando la cabeza y caminando más rápido. Esas gracias no eran por otra cosa más que por haberme salvado la vida de aquel psicópata  que me la quería arrebatar de un tiro.

         -De nada- Entendió perfectamente a lo que me refería. Agacho igual su cabeza y empezó a patear las piedras que había en el camino, hasta que con una de ellas le pego a Max.

         -¿Qué te pasa idiota?- Dijo Max volviéndose hacia nosotros con una cara de ira. No creo que la piedra le haya pegado muy duro pero más sin embargo fue el detonante para que se enojara. Se acercó a nosotros y empujo a Chris con mucha fuerza, mas sin embargo no cayó

         -¡Oye! Imbécil déjame. No quería pegarte ¿Esta bien?- Dijo Christopher recuperando el equilibrio y haciendo extraños gestos con sus manos.

         -Ya por favor, paren- Dije caminando a la mitad de los 2 chicos para tratar de separarlos. –Chris, esta es tu casa, toma y muchas gracias- Le dije señalándole la casa y entregándole la chaqueta

         -Suerte para ti cretino- Dijo Chris subiendo de espalda los escalones de su casa. Cuando llego a la puerta se zafo la mochila y busco las llaves.

         -Chris- Dije casi a gritos antes de que entrara – ¿Mi brazalete?- Le dije estirándole la mano para que me lo entregara. Bajo de a 2 las escaleras y saco de su mochila mi joya.

         -¿Estas segura de que la debes llevar con él?- Me susurro al oído. Era obvio que le tuviera desconfianza a Max, conoció al pobre chico en las peores circunstancias, pero más sin embargo yo sabía que Maximiliano era una buena persona y que aunque quisiera aparentar ser rudo, ladrón y tosco yo sabía que no era así, porque viví muchos años conociendo con gente como mi padre.

         -Relájate, es un buen chico- Le dije mientras extendía mi brazo para que me entregara el brazalete

         -No me convences, pero es tu decisión- Dijo Chris mientras se disponía a poner la gema entre los dedos- Bueno ya me voy y ten mucho cuidado- Subió nuevamente las escaleras pero ahora de frente y más rápido – ¡Llámame cuando llegues a casa!- Dijo gritando antes de cerrar la fina puerta de vidrio de su casa.

         -¿Continuamos?- Dijo Max mirando fijamente la puerta de Chris, esperando que no se abriera nuevamente.

         -Claro- Le dije adelantándome. En cierta medida me daba un poco de miedo estar con aquel chico, pero no era por creer que era un ladrón, sino porque era diferente a todos los chicos que había conocido. Era muy parecido a mí.

         -Bueno pero tampoco corras- Dijo acercándose a mi rápidamente por la derecha. Lo observe de reojo y seguí a paso lento.

         -Sabes- Le dije mientras lo miraba y caminaba –No eres normal- Me reí por lo bajo. Quería preguntarle muchas cosas pero no sabía cómo, me sentía apenada.

         -¿Qué me quieres preguntar?- Frene en seco. Era increíble que aquel chico de 17 ó 18 años que acababa de conocer y que poco sabia de él y él de mí, supiera tan preciso lo que quería.

         -¿Tan obvia fui?- Pregunte tratando de darle respuesta a aquel misterio que me causaba desasosiego.

         -Digamos que si- Dijo algo nervioso, dirigiendo su mirada al suelo y repitiendo lo que Chris hacia momentos atrás, pateando piedras.

         -¿Por qué no me dejaste morir?- Le dije sosteniéndole el brazo suavemente para que no siguiera su ruta. En ese momento una carga de emociones cayó sobre mi cuerpo, nerviosa, angustiada, estupefacta, feliz.

         -¿Qué?- Dijo entre risas nerviosas e incrementando la velocidad de sus pasos.

         -Sí, ya me escuchaste- Dije toscamente. En ese momento me di cuenta de que Chris tenía la razón: me escondía tras una coraza. Quería ocultar que en esos momentos me sentía débil, que 2 príncipes  me rescataron de un maldito necrófilo pervertido y eso me hacía sentir una condenada princesita frágil y endeble; y lo último que deseaba era sentirme así.

         -¿Chica ruda no?- Dijo serio. No creí que mi comentario le hubiera molestado pero al parecer sí. No le gustaba perder el control de la situación por lo que veía –Tu no me das respuestas, yo tampoco- Dijo mirando a la intemperie. El sol ya se había puesto y lo único que nos iluminaba en ese momento eran las luces de la calle.

         -Hagamos algo- Dije quedándome estática a unos cuantos pasos de Max –Te digo todo lo que tú quieras saber si tú me respondes todo lo que yo necesito ¿Trato?- Le dije extendiéndole la mano, la cual rápidamente fue apretada por la fuerte, áspera y fría mano de aquel chico. –Pregúntame tu primero- Sabia que no tenía mucho que preguntarme y yo no tenía mucho que responder, así yo tendría la oportunidad de preguntarle todo lo que quisiera sin cederle el turno a nadie.

         -¿Todo lo que quiera?- Dijo en un tono sarcástico. Miro rápidamente al cielo, como esperando una iluminación divina para saber que o como preguntarme –De acuerdo. Quiero que me respondas ¿Cómo rayos supiste la vida de Ryan?- Dijo en un tono mordaz. Supongo que esa pregunta lo estuvo atormentando todo el tiempo, porque era lo único que me preguntaba. No sabía que responderle, era algo incluso incierto para mí.

         -No lo sé- Dije agachando la cabeza y jugueteando con el brazalete. –Por eso no te he respondido, la verdad es que para mí es algo muy confuso y solo lo he hecho con Ryan y mi hermano- Trataba de hacerlo entender que no era que no le quería decir sino que verdaderamente no sabía que era lo que había hecho.

         -¿Nunca te lo dijeron?- Dijo Max algo intrigado. El chico me confundía un poco, no sabía de qué hablaba.

         -¿No me dijeron que?- Le pregunte tratando de descubrir una respuesta a esa pregunta.

         -Nada- Dijo tratando de zafarse de darme una respuesta que comprometiera la situación.

         -¿Otra pregunta?- Dije apurándolo para poder preguntarle yo todo lo que quisiera.

         -Por el momento no se me viene nada más a la cabeza; te toca-

         -Ok- Dije asomando por mi cara una sonrisa -¿Por qué no le ayudaste a Ryan a matarme?- Por fin obtendría la respuesta que quería.

         -Porque… -Hubo un silencio profundo. Lo único que se escuchaba era el tarareo arrullador de los búhos y grillos. –La verdad es que… es algo confuso, no lo sé explicar- Por fin hablo. Luego de un momento, tomo aire –Descubrí algo en ti, que es diferente, único- Pronuncio mirándome a los ojos. Frente a frente, la luna saliendo por un costado de donde nos encontrábamos, unas cuantas cuadras de mi casa, un chico guapo y “malo”. Un escenario perfectamente romántico y encantador para cualquier otra chica que no fuera yo. –Muy parecido a mi padre- Dijo a susurros. No sabía si había escuchado bien, la noche nos estaba arrullando y su dulce melodía no me permitía escucharlo bien.

         -Gracias- Fue lo único que se me ocurrió decir. No podía decirle nada más, ni lo había escuchado bien. –Otra pregunta. Recuerdas cuando estabas intentándome robar, que le dijiste a Ryan que me dejaran y él te dijo que no se te olvidara lo que les habían encargado ¿Qué les encargaron?- Dije sin respirar, estaba exhausta; tome aire y espere una respuesta.

         -Te diré, porque sé que es mejor que lo sepas- Dijo frotándose el ojo izquierdo. Inmediatamente hizo eso, las imágenes se me volvieron nuevamente lentas, y antes de que bajara su mano observe su manilla, era delgada y pequeña pero llevaba hermosas joyas incrustadas. Me tambalee un poco, aquellas imágenes me hacían perder la estabilidad. -¿Estas bien?- Dijo Max cogiéndome antes de que me cayera.

         -Sí, no me cambies el tema, respóndeme- Dije mientras me sentaba en la carretera.

         -Está bien. Nosotros trabajamos para un tipo, ni se su nombre, ni lo he visto personalmente, nos hace sus encargos por teléfono- Dijo Max mientras se sentaba a mi lado –El señor ese, nos encargó robar el brazalete de una chica- Dijo señalando mi joya –El tipo nos enseñó una foto de la argolla y nos dijo que la necesita de urgencia, que nos daría lo que quisiéramos pero que se la lleváramos- Hizo una pausa. Estaba estupefacta, me buscaban para robarme. Nunca imagine sentirme tan desprotegida –Luego te la vimos puesta y eso fue todo- Termino de hablar. Esta confesión me dejo atónita, incapaz de reaccionar. Mis hermanos y mi madre estaban muertos, mi padre desaparecido por cuenta propia y unos maleantes, subnormales e imbéciles me perseguían ¿Qué más puede pedir una chica? Solo quería que esa pesadilla acabase y que mi mamá me dijese: “tranquila, ya está todo bien, solo fue un mal sueño”, sí que deseaba eso.

         -Continuemos- Dije casi a susurros mientras me caían lágrimas de la cara. Me las seque rápidamente y trate de sostenerme de Max para pararme. Las imágenes lentas se fueron volviendo más rápidas hasta llegar a la normalidad.

         -¿Estas bien?- Dijo nuevamente Max. Era un buen chico. Además era guapo, alto, ojos verdes, cabello como Aarón pero café oscuro.

         -Sí, ¿vamos?- Dije mirando la luna que ya iba a tomar su lugar en el cielo oscuro. Mi casa aún estaba a unas 2 o 3 cuadras, tendríamos tiempo para terminar de platicar.

         -Melissa Aragón ¿He?- Dijo en un tono suspicaz. No me ponía nerviosa que supiera mi nombre, quizá Chris se lo dijo mientras jugaba a la bella durmiente.

         -Maximiliano- Dije respondiéndole en su tono. No sabía que más decir.

         -15 años ¿No?- Ahora si me asustaba un poco. Era imposible que Chris le dijera mi edad, no le tenía tanta confianza. Ahora sí, estaba con un adivino en medio de la noche y para terminar estaba sola.

         -¿Quién te dijo?- Tenía que salir de la duda. Inmediatamente hago mi pregunta, el chico alza sus hombros, como diciendo: “No importa”. Claro que me importaba, ahora solo faltaba que supiera que no tengo familia.

         -Creo- Dijo empezando a caminar, lo seguí y se volvió hacia mí caminando de lado –Que no nos hemos presentado como es- Tenía razón. No sabía más que su nombre y donde vivía.

         -Eso supongo- Le dije suspirando –Mi nombre es Melissa, tengo 15 años, pero pronto cumpliré los 16 y creo que ya sabes todo eso- Le dije riéndome, el tampoco contuvo sus ganas de reír y también lo hizo.

         -Bueno mi nombre es Maximiliano Cornelius Müller, soy mitad Alemán y mitad Ingles, no tengo padre pero si madre, soy Escorpio, no me gusta el Futbol, amo el surf y tengo 18 años y medio. –Era un chico bastante interesante. Le gustaba lo mismo que a mí.

-¿Cornelius?- Le dije riéndome, esa mezcla de nombres era horrible.
        
-Ya se, ya se. Se me burlan mucho por eso. La verdad me dicen Max Cornelius Müller, así suena mejor- Dijo riéndose también conmigo.
        
         -Bueno yo soy cáncer, no tengo ni madre, ni hermanos, ni padre; odio el futbol, me gusta mucho el surf, me gusta tocar guitarra- ¿Quién era aquel chico para yo estarle diciendo que me gusta y que no? Tenía que parar esa conversación ya. El muchacho ya me había dicho que me querían robar, no podía quedarme tan tranquila. Por lo menos estaba a una cuadra de mi casa. –Oye, si eres de Alemania ¿porque vives en Inglaterra?

         -Mi padre era alemán y murió hace ya unos años, entonces tuvimos que venir al país natal de mi madre, porque ya en Alemania se nos habían acabado las oportunidades- Dijo tiernamente, girando un poco para empezar a caminar de frente.

         -Mi casa es la próxima- Dije triste mirando fijamente el suelo. Ya había llegado a mi lugar de destino y no podría saber más sobre la triste historia de Maximiliano Cornelius Müller. Por otra parte me sentía aliviada, ya no estaría más en la calle, esperando a que cualquier mendigo me robe y cobre su buen dinero.

         -Linda casa- Dijo con un toque de envidia. Mi casa era más grande que la suya. Pero la verdad prefería su casa, era hogareña y tenía alguien que lo esperara para regañarlo por llegar tarde con un plato de sopa caliente sobre la mesa -¿También tiene adornos de jardín o eso otro imbécil amigo tuyo?- Dijo mientras señalaba una sombra sentada en una de las escaleras de la puerta. No lo distinguía bien entre las sombras de la noche. Inmediatamente aquella sombra nos vio se paró de su lugar, en ese momento mi única reacción fue resguardarme en la espalda de Max. –No seas gallina, pudiste tu sola con Ryan, puedes con cualquiera- Me dijo volteando su cabeza para hablarme, rápidamente dejo mostrar una sonrisa que cautivaba.

         -¿Melissa?- Dijo aquella sombra, dejando ver su casa a la luz de la luna.

         -¿Aarón?- Se me había olvidado por completo que ya habíamos cuadrado una salida y que gracias a los ineptos amigos de Max no había podido llegar. –De verdad lo siento, se me olvido por completo- Dije abriendo la reja que separaba la calle del jardín y de la casa. Max me siguió solo hasta que di el primer paso en el pasto, se quedó recostado en la reja.

         -Supongo que tenías muy buena compañía- Dijo Aarón señalando con la cabeza a Max que ni siquiera prestaba atención a nuestra conversación, lo único que hacía era mirar el suelo y de vez en cuando la luna con las manos cruzadas.

         -No es lo que estás pensando. Él es Max, el… -Callé, la expresión de su rostro me afligió demasiado. Estaba triste y decepcionado. Nunca lo había visto así.

         -Tranquila, no soy nadie para pedirte explicaciones-Siempre decía lo mismo, cada vez que quería explicarle algo me salía con esta escusa. Me cansaba de eso porque a nadie le doy explicaciones, no se las merecen, es mi vida pero él es mi amigo y yo se las quiero dar.

         -No, si lo eres, eres mi amigo. Ese chico de haya me salvo la vida- Le dije señalando a Max quien aún seguía recostado, con las manos cruzadas y sin prestarle importancia a nuestra pelea, pareciera como hablando con las hormigas.

         -¿La vida?- Dijo exaltado, abriéndosele los ojos que ya tenía apagados por el desplante.

         -Relájate, no pasó nada- Dije y en ese mismo instante un estornudo perturbo la “paz” del lugar.

         -Estas resfriada- Dijo tomándome las manos –Y helada. Toma, te calentara mientras te cambias- ¿Era yo tan importante para que ya 2 chicos me hayan prestado su abrigo? Era muy amable y trataba de cuidarme aun habiéndolo plantado.

         -Gracias- Dije poniéndomelo rápidamente. Yo llevaba el buso del colegio, que era de una tela muy fina y delgada, y al haberse mojado no protegía de los cambios climáticos que habían tan frecuentemente en el lugar.

         -Creo que es mejor que me vaya y te deje entrar y cambiarte- Dijo suavemente mientras me rodeaba y se dirigía a la reja. Max aún seguía estático en su lugar.

         -Adiós y de verdad lo siento- Palabras vanas, un lo siento no reparaba el haberlo dejado plantado por casi 4 horas. –Mañana nos vemos- Dije algo despistada, no sabía si hacer que Max se fuera con él o si ir y despedirme de él. Cuando Aaro paso a su lado este ni cuenta se dio, su inmovilidad me empezaba a preocupar, pareciera en otro lugar, como si su cuerpo estuviera aquí y su alma en algún remoto sitio muy lejos de aquí.

         -Max ¿Estas bien?- Le dije mientras me le acercaba. Aaro ya estaba un poco lejos y ni cuenta se había percatado de la inercia del chico.

         -Perdóname, estaba pensando en otras cosas- Dijo moviendo de una manera preocupante su cuerpo, como si tuviera calosfríos.

         -Está bien. Muchas gracias por traerme y por haberme salvado de aquel sicópata maniaco- Le dije mientras nos reíamos. Era agradable hablar con él aunque no lo conociera mucho.

         -Bueno ya me voy, adiós- Dijo parándose derecho, y despidiéndose con una mano –Fue un gusto conocerte, espero pronto volver a hablarte- fue alejándose rápidamente para desaparecer de un momento a otro entre las sombras lúgubres y tenebrosas de la calle.

No podía creer lo que me había pasado. Había peleado con uno de mis mejores amigos, había hablado con la chica nueva, había sido detenida por un grupo de subnormales, había sido amenazada de muerte, me dijeron que iban a tener sexo con mis huesos, me desmalle, conocí a mi otra mitad, me reconcilie con mi mejor amigo y deje plantado a otro amigo. Y la noche aun no acababa y daba mucho de qué preocuparse.

Entre a la casa, sola, oscura, fría, abandonada. No era de esperar que las criadas no estuvieran en casa, ya eran como las 10:00. Aun no me acostumbraba a aquella soledad, hacia solo 3 días que mi mundo se fue al drenaje y sin darme cuenta me fui con él. Subí los 30 escalones que hacía muchos años había subido con tantos ánimos para encontrarme con mi madre. Al llegar a la habitación me llene de nostalgia, al recordad tantos momentos que había vivido hay. Lo primero que hice fue quitarme la chaqueta de Aarón, el buso, los zapatos y las medias y recostarme en la cama. Aquella cama era tan suave y delicada, aun se sentía el olor a rosas frescas que mi madre le había echado al acolchado días antes de ser acecinada. Estar en aquella casa, me producía recuerdos dolorosos. Ese era mi hogar y mi martirio. –No te tortures, haz algo dinámico, organiza la ropa, báñate, come algo y duerme- Me dije tratando de relajarme. Me pare de la cama y recogí las cosas de la silla.

-El buso, las medias y los zapatos, para lavar- Dije cantando y recogiendo las cosas mientras las llevaba a su lugar. No tenía bonita voz pero me distraía por un momento de los dolorosos recuerdos. –La chaqueta de Aarón a guardar y mañana se la voy a entre…- Un ruido extraño perturbo mis pensamientos y mis cantos. Provenía de la cocina. Tenía miedo, no había nadie en la casa y el único que tenía llaves era mi padre. –Idiota, porque no cambiaste la cerradura- Me dije para mis adentros. Un frio penetro cada hueso de mi cuerpo, ese día aun no acababa y lo que venía podría ser peor que lo que me había pasado con Ryan. Lentamente abrí la puerta de la habitación y empecé a caminar hacia las escaleras, todo estaba oscuro, pero no tenía linternas. Al llegar a las escalas, empecé a arrepentirme de bajar, era una chica valiente pero encontrarme nuevamente a mi padre era aterrador incluso para mí. El ruido era como si se cayeran las ollas, eso era imposible a menos de que alguien las hubiera movido o un fantasma estuviera invadiendo la casa. Eso era lo único que faltaba un fantasma. Baje lentamente hasta llegar a la primera escalera y luego de eso solo era cruzar las escaleras para encontrarme con el ente en la cocina. Paso por paso, descalza sin saco, con el cabello rizado y húmedo, con el pantalón del uniforme pegado a la piel de lo mojado que estuvo, la camisa empalagosa y molesta me producía alergia, tratando de hacer el menor ruido posible. La cocina ya estaba a tan solo 10 pasos de mi actual posición. Miedo, pánico, tristeza, emoción. Miles de sentimientos cruzaron por mi mente. El aire tenía un ligero olor al perfume que mi padre solía usar las mañanas frías como había sido esta. Eso me aterraba cada vez más, significaría que si era él el que me esperaba. Me asome un poco por la puerta de la cocina. La noche envolvía todo el lugar y no se veía mucho. El cristal reflejaba muchas cosas pero no alcanzaba a ver la silueta de nadie. Lentamente abrí la puerta. El terror me inundaba, las imágenes nuevamente se volvieron lentas y eso no me favorecía. Al abrirla no vi a nadie. Camine lentamente para observar desde un mejor lugar todo el lugar. Efectivamente en el suelo había una pila de ollas. Pero donde estaba el ente que había hecho aquel desorden. Gire en mi lugar para ver algo, cuando cerca de la puerta por donde había entrado una figura alta envuelta en las sombras estaba recostada en la pared. Me asuste, era un hombre, pero no le veía la cara. –Mi padre, es él, estoy segura- Me dije.

         -Te estaba esperando-

5 comentarios:

  1. WOW!!!!!
    Definitivamente pienso que Max sabe algo no se porque pero sabe algo... y luego Chris aww el tan lindo con lo del abrigo... pero también Max tiene algo que llama la atención... y luego Aarón???
    demasiados galanes... por mi muy bien XD jaja
    en serio será su horrible padre???

    Me encanto el cap. y ya sabes siempre me dejas con ansias de mas jajaaj
    Hasta el prox. cap.

    Cuidate Besos

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  2. Ohhh
    Max me ha dejado la sensación de "este sabe más de lo que aparenta" y la sensación de que creo que él comparte algo referido al don de Melissa.

    ¿SErá su Padre?

    O.O

    Estoy ansiosa..

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  3. Mel, cambio de planes... Me voy para con Max :D Ese chico me mata, hay algo en el lado malo que me fascina. Menuda Melissa TRES CHICOS TRAS ELLA, no se que haría en su lugar.
    Pero quien es el hombre de las sombras!! No sé, no creo que sea al papá, mas bien creo que es Chris para saber si se encontraba bien.

    Max tiene poderes, como Mel??? Algo me dice que sí!!! Ahhhhhhhhhhhhhhh!!! ANSIAS

    Te felicito, un beso

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  4. Hola chicas!! Bueno, que bueno que les haya gustado el capitulo. Tratare de no tardarme mucho para el proximo!! Por ahora lo que les puedo decir esque en este proximo capitulo se revelaran muchas cosas!! :D Espero que les vaya a gustar!!

    Feliz semana!! XoXo ♥

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  5. haaaaaaa , estubo genial el cap :)
    melissa y Maxx ... me tinca que el de la cosina el Max que nose , se le ocurrio pasar por ahi XD
    El maldito padre me parece que el es el jefe de max .... ha tanta intrigaa
    saludos setsu

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