-Me…Melisa?-
Aquella voz, aquella grave y varonil voz que simplemente me hacia recordar el
pasado, me era tan familiar pero a la vez tan distante de mi, sentía como si lo
conociera, sin embargo, las voces en mi cabeza no permitían que la reconociera.
Si lo que predijo Beera era correcto, aquella persona seria alguien bueno, que
me traería felicidad el verlo, o eso supuse.
Lentamente gire mi cabeza para ver a la persona que poseía
aquella voz tan peculiar y familiar. El viento empezó a golpear mas fuerte de
lo normal mi rostro, una tormenta se aproximaba, lo que hacia que pareciese que
el destino no quería que fuese a visitrar la tumba de mi madre. Escalofríos,
miedo, angustia, impotencia, terror. Es lo único que sentí al ver la cara de
aquel hombre que estoy segura, nunca traería ni algo bueno y mucho menos
felicidad.
-Creí
que nunca te encontraría, Melissa, eres una chiquilla difícil de encontrar, ¿Lo
sabías?- Dijo aquel hombre, no sabia si escupirle o simplemente golpearlo.
Asco, era lo único que aquella voz me debió producir en un principio. Aquel
hombre no era otro que el hermano de mi amadísimo padre, Robert. Aquel sucio
hombre que lo único que hizo en toda mi vida fue robarle dinero a mis padres y
venir de visita borracho hasta perder la conciencia y a pesar de todo, mi padre
lo adoraba más que a su amado barco, incluso más que a mis hermanos.
-Robert,
¿que haces tu aquí?- Pregunto Fred al ver mi impotencia de hablarle a ese
hombre. Frederick lo había conocía de toda la vida, pues habían sido viejos
amigos, sin embargo, al darse cuenta Robert de que él era empleado de mi padre
le tomo ira y nunca mas le volvió a hablar.
-La
cosa no es contigo, Frederick, estoy hablando con mi amada y hermosa sobrina
Melissa, claro esta, si deja esa idiotez de quedarse siempre muda cuando me ve-
-No es
idiotez, es asco, porque de verdad me
genera repugnancia el simple hecho de mirarte, y sin mentir, el hablarte me dan
ganas de vomitar- Él siempre supo que lo despreciaba, de igual manera, él
siempre me desprecio a mi, quizá porque era la que mi padre mas odiaba y por
ende el también lo hacia, en fin, nunca me puso a analizar a fondo el porque
esa bestia me veía como basura y nunca me importo, porque para mi, el era peor
que la basura.
-Bueno,
pero relájate sobrinita- Dijo con un tono de ternura y arañándome los cachetes,
que lo único que me hacia pensar era que en aquel hombre no había ni una gota
de amor. –Vine por algo mas “importante” que solo hablar. Mi hermano te quiere,
y te quiere muerta- Mi padre, era la primera vez que me lo mencionaban en los
días que estuvo desaparecido. Y el hecho de que me quisiera muerta no era nada
nuevo, desde pequeña tuve miedo que se apareciera en mi cuarto por la noche y
me atacara, y de verdad, no me extrañaba.
-Valla
novedad, y entonces ¿se supone que tu me mataras? –Dije en tono sarcástico y
con una risita burlona. Esos últimos días me habían dado fortaleza, el hecho de
enfrentarme con tantos tipos raros en menos de una semana, me había enseñado
que no debo titubiar ni a la mas minima amenza de muerte, porque simplemente
esto era un juego, y en este juego la cosa era matar o morir, y no pensaba
morir tan fácil.
-No
querida ilusa, no tendras la dicha de que estas hermosas manos- Llenas de mugre
y basura- te arranquen lo único que te queda, ese pequeño aliento de vida que
se esta conviertiendo en una molestia para mi hermano y por ende para todos
nosotros- Dijo aumentando cada vez mas el tono de voz y exasperándose a medida
que lo decía; como si fuera por obra de su voz, la lluvia empezó a golpear el
suelo de una manera agresiva y poco común.
–Valla, llego la tormenta mas pronto de lo que esperabas ¿No lo
crees? Pero bueno, ya cumpli con el
deber que me fue encargado, cuidate Melissa, las gotas pueden ser muy
peligrosas- Y dicho esto, desapareció en medio de la tormenta.
Por un momento, cerre los ojos, a pesar de que mi sangre
hervía de ira, mi mente no lo hacia, pero por algún extraño motivo, ya no
escuchaba esas voces infernales de las almas que robe, y pensándolo a fondo,
sucedió desde que vi a mi tio, ¿Las habrá calmado la ira? No lo creo, lo único
que las calmaba fueron las risas de Beera.
-Fred,
las voces ya no est…- Desaparecio, no estaba en ningún lugar de aquella
misteriosa tormenta que no permitia ver nada mas que las gotas que caian a mi
alrededor. Tenia miedo, estaba sola y a pesar de que no estaba indefensa, asi
me sentía. Las lagrimas comenzaron a brotar, no sabia que hacer, que camino
tomar, hacia donde ir.
Me di cuenta en ese
instante que estaba sumergida en la oscuridad, en la soledad y la
desesperación. Entendi que desde el momento que supe de mi poder mi vida
se lleno de oscuridad y dolor, de odio y venganza; porque a pesar de que mi
madre y mi hermano me amaban, entendía que todo era una farsa, que nunca seria
lo suficientemente buena para que me quisieran sin necesidad de un poder o
porque les cambie el alma. Deseaba que mis hermanos se murieran y mi padre
pudiera ver lo buena hija que podía ser si me diera la oportunidad, pero nunca
me la dio y por eso él merecía morir mas que todos los demás. Entre en razón en
ese momento de que me había convertido en alguien mas, que no era la dulce niña
que siempre intentaba hacer las cosas bien para que la reconocieran, sino que
era la malvada chica que intentaba a toda costa matar a su padre. –Eso es- pensé. Cai en cuenta de algo que
no había entendido y que era demasiado obvio –Mi padre, él es el que mando a matarme con aquel chico Ryan y con
James, mi padre es un vadászok, por eso siempre me odio y me quiere matar,
porque no estoy de su parte- Las lagrimas corrían mas rápidamente por mi
cara, el dolor de pensar que me odiaba porque no era de su bando era demasiado,
deseaba verlo cara a cara y decirle que por favor me quisiera, que me amara
como a mis hermanos, era lo único que quería en ese momento.
Alce la vista, en ese momento no me importo la lluvia ni el
hecho de que no pudiera ver por donde ir, segui el camino que mi tio había
tomado y comencé a caminar, si, sabía que era lo que iba a hacer, lo
sabia.
Al llegar a cierto punto, la lluvia de disperso y comencé a
ver el paisaje con facilidad; a pesar de la lluvia, los arboles y las flores
que habían alrededor eran tan hermosos , que me sentía tranquila y relajada.
Poco a poco empece a desifrar donde me encontraba, no era muy lejos de donde
estaba cuando empezó a llover… llover, lo recordaba, aquel hecho que hizo que
pensara de una manera diferente, y que me hizo ver cosas que no había visto
antes. Sabia a donde me debía dirigir y que era lo que iba a hacer, asi que
gire mi cuerpo y comencé a correr para llegar lo mas pronto posible a mi
destino.
En el trayecto pensé sobre toda mi vida, el maltrato que
recibí de mi padre y hermano, de la familia por parte de mi padre; de aquellos
momentos de ira que hicieron que quisiera que la tierra me tragase; de esos
días en que no me provocaba ni la mas minima euforia los comentarios joviales
de mi madre; las veces en que sin querer, descargue toda mi ira en mis
compañeros de clase y por eso todos se
alejaban de mi. Todos esos momentos me hicieron la persona que soy o por lo
menos que era; mi mente estaba confundida, pero a pesar de todo sabia lo que
debía hacer y sabia que no me arrepentiría de ello. Sentia lastima de las
personas que tuvieron que soportarme, pero sabia que lo hacían porque me
querían. Sentia enojo conmigo misma al hacerme la sorda con los comentarios que
hacían Aarón y Christopher, deseaba verlos una vez mas y decirles que fueron de
gran apoyo en mi vida pero que lastimosamente ninguno de los dos hacia parte de
mi corazón de la manera que sabia que ellos querían. Corrí y corrí pensando en
que las cosas que nunca hice, serian imposibles de hacer ahora, no porque todo
fuera a acabar, no, sino porque ya era muy tarde para las segundas
oportunidades.
Mi destino, aquella casa vieja y de madera que me pareció
tan hogareña. Me acerque a la puerta y la toque tres veces. Cuando por fin
alguien salió
-Hola,
Max- Dije con una gran sonrisa en la cara, el sol había vuelto a salir y había
llegado al lugar donde todo daría inicio.
-Oh,
eres tú, ¿Qué pasa?- Dijo de una manera fría y completamente distraída, como si
no le importara el hecho de que estuviera hay, su mirada fija en el marco de la
pared y su cabello alborotado como siempre.
-Maximiliano,
necesito un favor tuyo- Dije ya sin sonrisa alguna, estaba seria y asi permacería
hasta que mi deseo fuera cumplido.
-¿Qué
quieres ahora?- Fijo sus ojos en mi, esos profundos ojos que una vez me
salvaron y que me hechizaron. Su cara era de preocupación, y supongo que sabia y entendía lo que quería.
-Llevame
con James-
que padre esta melii esperamos con ansia el 9 <3
ResponderEliminarTantísimo tiempo sin un capitulo, pero valió la pena esperar. Exijo el capitulo 9 :D
ResponderEliminarQue bueno que les haya gustado ! De verdad perdón por la demora y pronto terminare el noveno capitulo, así que no tendran que esperar tanto :D
ResponderEliminarsiguela porfavor
ResponderEliminarSiguela!!!!, esta de pelos!!! *.*
ResponderEliminarJejejeje, menos mal no quede en un capitulo de tanta intriga como los anteriores, pero igual quiero seguir leyendola xDD
Estoy terminando y puliendo el siguiente capitulo, espero y les agrade :D
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