Capitulo 3: El Encanto Del Asaltante



Aquel grito nos paralizo. Nos quedamos un rato parados, quietos, sin reaccionar ante aquella amenaza. A ellos les asustaba tanto como a mí aquel grito ensordecedor y eso no me hacía sentir mejor. Decidí bajar antes de que cumpliera su amenaza. Luego de tocar el primer escalón, me gire hacia mi madre y mi hermano. Estaban juntos, pálidos y temblorosos. Note que mi madre hizo un pequeño movimiento hacia la derecha de mi hermano, rodeándolo con su mano. Lo apretó fuertemente, le beso la frente y se dirigió hacia mí.
            -Bajare contigo- Dijo mi madre separándose de mi hermano y acercándose a mi lentamente.
            -Por favor- Dije a susurros. Estaba paralizada del miedo. Sabia de lo que era capaz de hacer mi padre y eso me aterrorizaba.
Bajamos lentamente los 30 escalones. Era una escalera grande y en espiral, al frente estaba la puerta principal, al lado derecho la sala y al izquierdo del comedor. Mientras bajábamos mi mente estaba abrumada de pensamientos. Me preocupaba pensar que supiera de mi poder, de mi brazalete. Pero lo que más me aterrorizaba es que supiera de la pelea con mi hermano.
Al terminar de bajar las escaleras visualizamos a mi padre, que estaba sentado con sus amigos en la sala –de espaldas a nosotras-, mirando muy fijamente la mesa central. En ella había un cofre pequeño, muy hermoso,  en madera tallada.
            -Ya llego- Dijo casi a susurros Frederick que estaba sentado cerca de mi padre. Era una persona muy amable y cordial, siempre me había tratado como si fuera su hija. Era alto y blanco. Sus ojos eran de un color verde esmeralda. Era de esas personas que pocas veces uno llega a cruzarse.
            -Te dignaste a bajar ¿no?- Dijo mi padre, volteándose hacia nosotras. Haciendo un gesto de desaprobación, alzo su mano izquierda, señalo a mi madre y la despidió de la habitación.
            -No temas, probablemente no es nada grabe. Ten por seguro que no te hará nada estando sus amigos aquí ¿De acuerdo?- Me dijo mi madre cerca al oído antes de que se fuera. Era tan hermosa que nunca podrías admirar toda su belleza por completo
            -Eres muy sagas ¿No es así?- Dijo mi padre en un tono irónico- Pero sabes algo, esta casa no es tuya, ni de tu madre, es mía. Y aunque me traten de esconder cosas, siempre me doy cuenta, escuchaste bien SIEMPRE- Dijo en un tono de enfado.
Rápidamente se paró de su asiento y se dirigió hacia donde yo estaba parada; me tomo por el brazo con una fuerza que nunca había visto en él. Su mano fría y carrasposa me arrastro hacia un asiento vacío enfrente del suyo. Tenía miedo y él lo sabía muy bien.
            -Ahora, dime antes de que yo te saque toda la verdad a golpes- Me dijo en un tono muy calmado para estar diciéndome lo que me decía. Miro rápidamente a sus amigos, les sonrió y ellos le devolvieron la sonrisa.
            -Pero… yo no sé… de que me hablas- Dije pausadamente. Estaba confundida y angustiada.  ¿Qué sabia mi padre? ¿Se habría dado cuenta de la pelea entre Lucas y yo? Emociones muy confusas recorrían mi mente; esta vez me sentía sola y desamparada. No entendía la actitud de mi padre, me amenazaba con matarme pero de la manera más tranquila y calmada
            -Nena, tu padre no pretende hacerte nada malo, simplemente quiere oír la verdad de tu boca- Dijo uno de los amigos más cercanos a mi padre. –Era muy amable para ser un ladrón- Pensé yo; Los amigos de mi padre no eran normales. Asesinos, convictos, ladrones, alcohólicos, entre otras cosas que hacían.
            -¿Sabes Melissa que hay dentro de este cofre?- Dijo en un tono muy pasivo; se levantó rápidamente de su silla y con las manos atadas a la espalda se dirigió hacia la chimenea.
            -No lo sé papi- Le dije entre murmuro. No sabía cuál era el sentimiento más fuerte ahora: el odio que sentía por mi padre, el repudio por sus amigos, el temor a que supiera algo, o la ira que me daba que redondeara tanto.
            -Aquí- Separo sus manos, con una señalo el cofre y la otra se la metió al bolsillo- Está mi regalo más preciado. ¿Lo recuerdas?- Dijo subiendo cada vez más su tono de voz. ¿El regalo más preciado de mi padre? Podría ser muchas cosas: su reloj de cuerda, su jarrón de china, su anillo tallado – que nunca se lo quitaba-, o quizá era su…
            -¡Mi barco!- Dijo en un tono histérico al ver que no le respondía- Sabias que amaba a ese barco, que era un regalo de mi padre ¡Eres la peor escoria del mundo! ¡¿Cómo pudiste?!- Me dio mucho miedo, sus ojos estaban desorbitados, sus manos me señalaban como si me fueran a ahorcar, su cara estaba al rojo vivo. No entendía lo que me decía, nunca tocaría su barco, además no podría, lo mantenía en su oficina, con caja fuerte y solo él y mis hermanos sabían la combinación. ¿Mis hermanos? Lucas no podría hacerme eso, o no después de lo que me dijo. ¿Andrés? Era el único que podía, sabia la contraseña, no me quería lo suficiente y me gane el amor de Lucas; el amor que siempre aspiro a tener.
            -Papá, yo no pude haberlo hecho, te lo aseguro, no tenía la combinación de tu caja fuerte y yo se lo mucho que amas ese barco- Le die rápidamente, tratando de que entendiera que no había sido yo. Sonaba algo enojada, pero no tenía razón para no estarlo; me habían tendido una trampa, la cual me podría costar muy caro.
Ahora estaba segura de que había sido Andrés. Vi su cabeza asomándose por una de las paredes de la habitación, con una sonrisa de venganza.
            -¿A quién estas acusando entonces? ¿A tu hermano Lucas? No seas una resentida, bien merecido tenías que te cortara el cabello. Asume tu responsabilidad, ¡FUISTE TU!- Dijo acercándose cada vez más a mí.
            -No acuso a Lucas, simplemente te digo que no pude haber sido yo- Le dije temblando. Miedo, temor, tristeza, sufrimiento; era lo único que sentía en aquel instante
            -¡Malcriada, altanera y resentida! No pretendas echarles la culpa a tus hermanos. Sé que fuiste tú.- Dijo cada vez más cerca. Yo llevaba un suéter ancho, así que decidí agarrar las mangas y cubrirme  las manos, para que no viera mi brazalete.
            -Déjala Eduardo, tenemos cosas más importantes que hacer, que regañar a una mocosa como ella- Dijo otro amigo de mi padre; Por la forma en que hablaba se notaba que estaba apurado y no quería ver un show en vivo de un padre maltratando a su hija.
            -Lárgate ya, pero no creas que las cosas se quedaran así, luego miraré que hacer contigo- Dijo mi padre despidiéndome con su mano. Estaba más tranquilo ahora, su cara volvió a tomar su color original y sus ojos se acomodaron.
Me pare de mi asiento, me seque las lágrimas de la cara y aun con las mangas aferradas a mis manos me dirigí hacia donde había visto a mi hermano Andrés. No lo vi, seguramente se aburrió de la discusión y se fue hacia su habitación.
Rápidamente fui a las escaleras más cercanas y subí corriendo. Me sentía tranquila al saber que mi padre no sabía nada de mi don y que tampoco de la pelea con mi hermano, pero me molestaba mucho aquella acusación que me hizo.  Al llegar al tercer piso, fui al trote a buscar a mi madre, lo único que quería era abrazarla y preguntarle algo.
            -Melissa ¡¿Hija que ocurrió?!- Dijo mi madre saliendo de su habitación. Su voz se le sentía emocionada de verme bien y completa
            -¿Dónde está Lucas?- Le dije algo cansada de tanto correr. También me emocionaba verla, pero no era lo primordial para mí.
            -Está dormido ¿Por qué lo buscas con tantas ansias?- Me dijo mi madre algo confundida por la pregunta que le hice.
-¿Él sabe algo que yo no?- Le dije ahora más inquieta. >>

            -Hola Mel ¿Cómo te encuentras?- Era Aarón haciéndome volver a la realidad, al presente. Abro y cierro los ojos para ver que no pasara nada malo. Suelto rápidamente la comida que tenía en la mano – destripada por la ira que aquellos recuerdos me hacían sentir– levante un poco la cabeza para saludar a mi amigo. Es tan alto y blanco, sus ojos son azules como el cielo, su cabello es color ocre, y siempre lo lleva parado, esa es su obsesión.
            -Hola Aaro- Le dije muy seria. El hizo cara de disgusto, no le gustaba que le dijera de esa manera, pero me encanta ese apodo. Siempre le digo así, desde que nos conocimos en el entierro de mis hermanos hace 2 años. Él era muy buen amigo de Lucas.
            -Mi querida dama ¿Qué hacéis aquí tan sola?- Dice en un tono burlón. Él es muy gracioso y siempre me hacía reír aun cuando no estoy de humor. Rápidamente puso su comida en la mesa y se sentó frente a mí.
            -¿Qué haces aquí?- Le dije en un tono histérico. No le quería decir de esa manera pero, solo a él se le ocurre acercarse a una chica que perdió a sus hermanos y acaba de perder a su madre y a su padre.
            -Tranquila, vine a decirte que lo siento mucho y que siempre te apoyare y estaré contigo en las buenas o en las malas.- Dijo tomándome las manos y mirándome a los ojos- Hasta el infinito y más haya- Dijo otra vez en tono burlón.
            -No te burles- Dije entre risitas retirando mis manos de las suyas. No tenía muchos ánimos de estar bien, pero él hacía que lo estuviera.
            -¿Te iras del instituto?- Dijo ya más serio- No quisiera que te fueras, no sería lo mismo sin ti; pero si te vas, te entenderemos- Dijo mirándome a los ojos. La verdad no quería irme de aquel lugar que muchas veces sentí como un hogar. Pero me sentía deprimida, confundida, triste, sola, desamparada, a merced de todos.
            -No lo sé. Ahora estoy muy confundida, pero supongo que me tendrán que enviar a un orfanato o algo así. No me gustaría pero no tengo con quien quedarme.- Le dije fijado mi vista en su comida, no tenía hambre pero no quería chocar mi vista con la suya.
            - Entonces supongo que deberíamos salir a dar un paseo ¿No te parece? Aunque sea el último- Dijo más triste, igual que yo fijo su mirada en la comida- Perdóname si te interrumpí- Dijo mirando mi almuerzo destripado- ¿En que estabas pensando?- Dijo abriendo los ojos al ver mi comida hecha puré.
            -Recuerdos- Dije alzando la vista y mirándolo. Levante mi mano derecha y me acomode el cabello.
            -Lindo brazalete ¿He?- Dijo admirando el brillo que producía y las joyas incrustadas que poseía. Ya lo había visto muchas veces, pero esta vez estaba de un tono distinto, era un azul metálico oscuro. Yo ya me había acostumbrado a estos cambios, siempre sucedían y aprendí a no sobresaltarme. – ¿Compraste otro?- Dijo tratando de averiguar por qué ese cambio de color.
            -Supongo- Dije algo distraída. Ahora mi mente estaba puesta en una sola persona: Christopher. Era otro de mis amigos, al cual no había visto en todo el día.
            -¡Aarón! ¡Aarón!- Grito Rachael desde una banca más lejana a la nuestra. Ella era como la chica malvada del lugar. Popular, cantante, vanidosa y arrogante. Todo lo que Aarón buscaba en una chica, o eso creo.
            -Bueno pues te dejare tranquila con tus pensamientos; al parecer me llaman- Dijo tomando su almuerzo y parándose del asiento- Si quieres te paso a recoger a las 5 y vamos al parque ¿Te parece?- Dijo rápidamente, estaba apurado por ir a donde Rachael.
            -Claro- Le dije algo triste porque ya no me haría compañía por un buen rato, pero a la vez feliz porque tendría tiempo de pensar o de buscar a Christopher.- Ahora ve donde ella; esta que me viene a arrancar la cabeza por retenerte tanto tiempo – Le dije en un tono gracioso y a la vez se lo dije para que se apurara a irse porque de verdad, ella me estaba mirando como quien quiere matar y comer del muerto.
            -Ok, adiós- Dijo alejándose. De repente se voltea hacia mí y sin para de caminar me dice- A las 5 ¡No lo olvides!- Al terminar de decirme esto, se voltio y se sentó en la mesa con Rachael y sus amigas.
Y hay me encontraba, de nuevo sola, hundida en una profunda depresión. No sabía que hacer; si me quedaba sentada sería peor porque aquellos dolorosos recuerdos me volverían a la mente. Y si me paraba seria para buscar a Chris y mis pies no tenían animo de ello. Necesitaba la compañía de alguien.
            -Margaret, ¿te quieres sentar conmigo?- Le dije casi gritando para que me escuchara. Era la chica nueva y era la única que pasaba por ahí. Me sentía avergonzada de hablarle, pues nunca lo había hecho desde que llego.
            -Claro, Melanie, Melinda, Mercedes…- Dijo casi a susurros. Era entendible que no supiera mi nombre, nunca habíamos tratado, y tiene como 30 nombres en su curso para aprenderse.
            -Melissa, mucho gusto- Dije para que no siguiera adivinando.
            -Lo siento, el gusto es mío- Dijo un poco roja de vergüenza. Dejo su comida en la mesa y se sentó a mi lado –Espera, ¿me dijiste que te llamabas Melissa?- Dijo en un tono de desasosiego.
            -Sí; esa soy yo ¿Por qué lo preguntas?- Le dije en un tono ególatra. Me alagaba el tono en que preguntaba mi nombre. Me sentía como una estrella de cine siendo descubierta por un fan.
            -Te andan buscando- Dijo metiéndose rápidamente su sándwich a la boca.
            -¿A mí?- Dije algo bulliciosa. Era algo extraño para mí pues nadie preguntaba por algo mío ni mucho menos por mí. -¿Y quién me busca?
            -Te diría su nombre pero no lo recuerdo- Dije agachando la cabeza y terminando de tragar su bocado de comida- Lo siento.
            -No te preocupes Magi- Le dije tiernamente. Parándome rápidamente de mi asiento, tomo mi bolso, bebo el último sorbo de mi bebida y me despido de ella
            -Adiós Meli- Dijo en un tono muy amable y condescendiente.
Supuse que era Christopher el que me buscaba. Pero como saberlo si la información que me habían dado era muy poca. Decidí buscarlo por todo los lugares conocidos entre él y yo.
Fui a mi aula de clase, a la de él, al patio principal, a la biblioteca –por lo general se mantenía hay-, al laboratorio, al patio de juegos. Y en ninguno de esos lugares estaba. –Donde rayos te metiste Christopher- Pensé.
Ya estaba cansada de tanto caminar. Me senté en una de las bancas más cercanas a donde estaba parada. Descargue mis cosas y me recosté sobre ellas. Sin querer una lágrima recorrió toda mi mejilla. Me sentía devastada. Di más de lo que pude pero ya no podía -Nadie te obliga a dar más, solo tú misma- Me dije a mi misma. No sabía qué hacer. Me sentí una desubicada en aquel lugar. Todos jugaban, gritaba, se abrazaban, comían, hasta soñaban. Y yo, la única derrotada por la vida. Las lágrimas fluyeron ahora más rápidamente por mi cara y con más fuerza. Mi único escape era cerrar los ojos.
De repente, alguien se para enfrente de mí, impidiendo el paso de la luz del sol.
            -Hola- Dijo la persona ahora arrodillada enfrente. Rápidamente abro los ojos para ver la cara de aquel personaje que discretamente me había saludado.
            -¿Christopher?- Dije aliviada, me emocionaba saber que lo había encontrado, o más bien él me había encontrado a mí. En cuestión de segundos extendió sus brazos y en un movimiento suave llevo mi cabeza hasta su pecho. Sus latidos eran veloces, estaba frio; pero más sin embargo aquella cercanía me hacía sentir segura, protegida.
            -Vine a decirte que lo siento mucho- Dijo luego de un buen rato. Apartando mi cara de su pecho, se levantó y se sentó junto a mí. –Y ¿Cómo te encuentras?
            - Estoy un poco cansada de tanto buscarte pero supongo que estoy bien.- Mentira, no quería decirle que me estaba muriendo por dentro. Que mi cuerpo está más débil que nunca. Que la coraza que recogí durante muchos años gracias a mi padre no sirvió de nada porque me siento indefensa y frágil. Que me tendría que ir a un orfanato porque no tengo a un adulto responsable de mí. Que mi vida en cuestión de días se arruino por completo.
            -No mientas- Dijo a susurros- Sé que no estás bien- Clavo su mirada profunda a la mía- Tu blindaje no sirve conmigo-  Dijo serio y en un tono medio enfadado; reconozco que no debí haberle dicho mentiras, pero sentía que era mi escape.
            -No miento, y no vengas a pasarte de sabihondo conmigo- Dije tratando de ocultar mi sufrimiento- No te luce esa cara de sabidillo- Dije fuertemente, tratando de que el viera quien era la que tenía el control.
            -Lo mismo te digo a ti- Dijo recogiendo sus cosas y parándose exaltado- Adiós- Dijo en un tono de cólera. Lo único que quería en ese instante era gritarle que dejara de tratarme así, pero era yo la que lo trataba mal. Antes de que pudiera decir algo ya había desaparecido de mi vista.
*
Ya eran las 3:30 y el cielo estaba tupido de nubes grises. Se veía todo lúgubre y tenebroso. Los arboles chocaban entre sí, sus hojas caían rápidamente al suelo haciendo un estruendo y a la vez una armoniosa sinfonía. Mientras caminaba, golpeaba fuertemente las piedras que se encontraban en el camino. Me sentía sola, no había ni un alma alrededor ni en unos cuantos kilómetros de distancia. La proximidad de la lluvia asustaba a la gente en aquel lugar o eso parecía. De repente visualizo a 3 ó 4 chicos de aproximadamente 17, 18 años de edad reunidos en una esquina a 3 cuadras de donde estaba yo. –Si me llegan a atracar los golpeare fuertemente- pensé. Cada vez me acercaba más a ellos y cada vez me lanzaban más miradas. No había ni un alma por ahí que me pudiera ayudar y tampoco puedo tomar otra ruta porque no hay más y ¿si me devuelvo? Irían tras de mí, mala opción. Me cuestione sobre qué hacer, cuando en cuestión de segundos se me vino a la mente la imagen de mi hermano en el suelo, helado y pálido, mi mente llena de sus pensamientos.- ¿Les haría lo mismo que a mi hermano?-Me cuestione -Pero ni siquiera sé que le hice a Lucas- Me respondí. Estaba cada vez más cerca. Tenía mucho miedo, pero era un miedo sin fundamentos, pues no sabía si me harían algo o no. Pero por lo que decían sus miradas me querían lapidar rápidamente. –Terminare igual que mi madre y mis hermanos. Muerta por un grupo de subnormales- Pensé. Ya estaba casi que encima de ellos, cuando empieza a llover. Eso me tranquilizaba y a la vez no; si llovía, posiblemente no se quieran mojar y se vallan; pero y si no, la lluvia cubriría mis gritos y taparía mi rastro de sangre.  Pare un segundo, me zafé la mochila y la abrí, fisgonee buscando mi sweater, lo saque y me lo puse rápidamente, organicé la mochila, me cubrí el brazalete –Ya de color naranja negativo- y acomode la carpeta que llevaba en las manos.
Sigo caminando mientras ellos me seguían con la mirada. Mis manos mojadas dejaron caer la carpeta, justo cuando estoy enfrente de ellos. –Rayos, debo recogerla rápido he irme al trote- Medite. Me agacho para agarrarla, cuando uno de los chicos corre hacia mí, la toma y me la entrega.
            -Muchas gracias- Dije con una sonrisa fingida y con la cabeza baja. De repente subo mi mano y me peino el cabello.
            -Lindo brazalete- Dice mientras lo examina con la vista; de repente se voltea hacia sus acompañantes y les hace señas.
            -¿Esto?- digo señalando el brazalete- Es una baratija sin ningún significado- Dije tratando de que ellos no vieran el valor que tenía.
            -¿Sin ningún significado he?- Dice haciendo muecas y mirando a sus amigos. Rápidamente asentí- Pues eso está mucho mejor. Así no te dolerá bajarte de ella- ¿Bajarme de ella? Era obvio que sus buenas intenciones se cambiaron a perversos pensamientos.
            -¿Disculpa?- Me hice la que no entendía, para tratar de darme más tiempo para reflexionar sobre qué hacer.
            -¡Que nos entregues tu manilla!- Dijo otro de los chicos, con cierto aire de superioridad y señalando mi mano. Me quede callada y sin moverme ante aquella amenaza. En esos instantes tenía más cólera que recelo.
            -Qué esperas, niñita consentida- Dijo otro de los chicos. Este se veía que era un chico decente y afable, pero trataba de demostrar su superioridad ante todos. –Debiste haber venido con mami para que no te pasara esto- Dijo en un tono burlón. Empecé a llenarme cada vez más de furor. Se metió con lo único importante que tenía y eso no podía tolerarlo.
            -¡Que nos entregues tus cosas ya maldita ignorante!- Sonaba igual que mi padre y eso me enfurecía cada vez más. Ya no era la niña pequeña que no tenía forma de defenderse, tenía algo ni ellos mismos conocían. Rápidamente y sin que ellos se dieran cuenta mí joya por la cual peleábamos se tornó a un color rojo opaco. De repente el chico que me ayudo a recoger la carpeta, se para frente a mí y sin pensarlo dos veces me empuja. La caída no fue tanta como la sed de venganza que prendió en mí.
            -¿Con que quieren mi brazalete? ¿He?- Les dije ahora en un tono desafiante y parándome rápidamente. Sentí el temor que mi comentario produjo en 2 de ellos. Sin pensarlo dos veces retrocedieron diciéndoles a sus amigos que yo era muy débil  para ellos.
-Idiota, que te pasa ¿Cómo te atreves a hablarnos así?- Me grito uno de los que se había quedado adelante.
-¿Chica fuerte no?- Dijo el chico con mirada depravada ahora. Ahora si me asustaba un poco ante la posible amenaza que percibía de aquella mirada. Susurro algo al oído de su acompañante, el cual sonrío mirándome degeneradamente. ¿Qué hago ahora?, solo Dios sabia en el lio me había metido. Trate de hacerme la fuerte y tome rápidamente la carpeta que yacía en el piso de la carretera desierta.
-¿Mucha prisa de irte?- Dijo uno de los chicos con una sonrisa maliciosa y caminando hacia mí como un mendigo ante una joya cara e invaluable. – Apenas estamos empezando la fiesta- Su tono me repugno de sobre manera. Me aparte un poco.
-Me tengo que ir- Dije tratando de que entendieran que no iba a ceder tan fácilmente ante ellos.
-Claro- Dijo uno de los chicos de atrás, caminando hacia delante observando el temor que infundían en mi aquellos comentarios- Pero después de que terminemos nuestra conversación- Dio un vistazo rápido a todo mi cuerpo e hizo un gesto de agrado. –Rodéenla y no la dejen ir ¿Esta bien?- Dijo el chico en el oído de otro. La verdad me era muy difícil entender aquella situación, normalmente era imposible escuchar a aquella distancia y mucho menos con el timbre de voz que uso. Era casi como escuchar el silencio.  Repentinamente uno de los chicos se acercó a mí. Me asuste demasiado, levante mi mano izquierda sequiándome el agua de lluvia que ya me tenía helada. Su mano fría rozo mi brazo e inmediatamente me acerco a su cuerpo. Estaba hechizada por su mirada profunda, me quede estática y cautivada. Sus ojos color esmeralda me ensordecieron. De un momento a otro, las imágenes se volvieron pausadas, veía todo en cámara lenta. Un movimiento y luego otro de parte de los chicos me hacían doler la cabeza. Oía y veía todo diferente a lo normal. ¿Qué me sucedía? Era imposible de explicar.
-Esta maldita lluvia ya me está hartando- Dijo el chico de hechizantes ojos, soltándome y dejándome inmóvil en el suelo. Deseaba salir corriendo y escapar de aquel peligro pero sus ojos aún seguían en mi mente, encalambrando cada parte de mi cuerpo.- Deberíamos irnos a otro lugar ¿No?- Dijo mirando al cielo, sin importarle si las gotas de lluvia le caían en los ojos.
-¿Y la chica?- Opino uno de los jóvenes. De repente todos se voltearon a verme, trate de hacerme la inocente y  mirarlos con lastima, a ver si me dejaban ir. Era imposible huir en tal estado, mi cabeza me daba vueltas y el mundo me cansaba en cámara lenta, podía ver cada movimiento y oír cada crujir de hojas.
            -Deberíamos dejarla; ya está hasta temblando- Articulo el chico de encantadora mirada. No me había equivocado, aquel joven, que aun queriendo ser el más vil era el de mejor corazón.
            -Pero no sin nuestra recompensa- Menciono otro de los chicos que hacia no más de 10 minutos había bajado la guardia ante mi comentario.
            -No me digas Max que ya te dejaste engatusar por esta idiota- Dijo el chico que segundos antes me había tratado como mi padre y ahora volvía a hacerlo. Al parecer el encantador y fascinante chico que me había cautivado bajo la lluvia se llamaba Max.
            -¿Engatusar? ¿Eres imbécil o qué? Solo que la joven- Dijo volviéndose hacia mí e inclinándose como si fuera una reina- ya tuvo suficiente por hoy ¿no te parece? Aparte, va a agarrar un buen resfriado- Dijo amablemente. No solo era hechizante sino también un caballero; aunque me quería robar, era muy amable y respetuoso.
            -Deja la estupidez y vuelve a la realidad- Dijo aquel chico que me atrevería a ponerle de nombre Eduardo. Rápidamente agarro a Max del brazo y acerco su boca a la oreja de él- No te olvides de lo que nos encargaron – Murmuro lo más bajo que pudo y sin quitarme los ojos de encima me hizo gesto de repugnancia. Que le habrían encargado, era la pregunta que ahora predominaba mi mente.
            -Entonces, mátala tu- Dijo Max lo más bajo que pudo. Creo que estos jóvenes no se habían dado cuenta, pero el hablar bajo no era ninguna dificultad para mí, puesto que ahora escuchaba y veía todo de una manera increíble.
            -Y eso hare en este mismo instante- Dijo ahora si más duro, y sacando rápidamente un arma que llevaba escondida en su pantalón se dirigió hacia mi.- Espero que luego de este incidente podamos pasarla rico. Después de todo no me importa si me llaman necrófilo.- Me quede atónita ante aquel comentario ¿No me importa si me llaman necrófilo? ¿Acaso escucho lo psicópata que sonó eso? Ahora si me había metido en un gran lio; me iba a asesinar un maldito lunático y luego iba tener relaciones con mi cadáver inerte.
            -Espera por favor- Dije con el ultimo sonido que quedaba en mi- Te daré mi brazalete y todo lo que quieras, pero por favor no me hagas nada- Que patética me escuche al suplicar a un retrasado que no me matara.
            -Sabes que ya no me importa tu brazalete- Dijo riéndose estruendosamente- De todas formas si te mueres, me quedare con él y con el resto de tus cosas- Dijo bajando cada vez más su risa y transformándola en una sonrisa de degenerado. Recogí de las últimas fuerzas que quedaban en mi cuerpo helado por la lluvia que aún no cesaba. Me pare y me acerque lo más que pude a él.-Pero que veo. Aun la idiota se cree muy fuerte-
            -No sabes quién soy, ni nada de mi vida- Dije con fuerza, evitando el momento de mi muerte- ¿Quién te crees para llamarme idiota, papá?- No sabía porque dije eso, mi subconsciente me fallo, aquel joven de 18, 17 años de edad era la persona más parecida a mi padre que había conocido, era imposible no traer a colación aquel nombre que por mucho tiempo no use: papá.
            -¿Papá? La pobre joven ya está loca- Dijo mirando a sus compañeros y sonriéndoles, ellos no le devolvían la sonrisa. Se volvió hacia mí y empezó a acercarse aún más de lo que podía.
            -Aléjate- Dije sin retroceder ni un solo paso, no me daba rabia que se me acercara sino miedo de aquel depravado que tenía enfrente.
            -Ya estas muerta ¿lo sabias?- Dijo organizando su arma para dispararme. Aun no estaba muerta, pero lo iba a estar si no actuaba rápido. Rocas, palos, ramas, cualquier cosa que me sirviera para golpearlo; no había nada. La lluvia había arrastrado todo lejos de mí. La única defensa que me quedaba era mi poder, pero ¿cómo usar algo que no sabes siquiera que es? Debía hacerlo o nunca averiguaría nada.
            -Ya déjala, luego miramos que hacer- Dijo mi querido Max tratando de defenderme. No lo conocía pero ya sentía un gran aprecio por él.
            -Eso quisieras- Dijo el necrófilo. Los otros chicos desaparecieron en la sombra de una de las casas desérticas del lugar. Mi vista a cámara lenta, logro percibir el desplazamiento de la mano de aquel depravado. Sin pensarlo dos veces levante mi mano y la puse en su frente. Hacia 3 años no había hecho eso y no se sentí muy bien. En segundos mi cabeza estaba doliéndome como nunca antes; la vida del chico estaba lista en mi mente y yo estaba muriéndome del dolor de aquella triste historia.- Idiota quita tu mano de mi cabeza- Dijo empujándome fuertemente.
            -¿Qué te pasa Ryan? ¿Te molesta que una chica aparte de tu adorable Lucinda te toque?- Le dije con una sonrisa maliciosa. Aun me seguía doliendo la cabeza mucho y la verdad me sentía débil como hacía mucho no lo estaba, pero tenía que dar la batalla.
            -Espera ¿Cómo dijiste?- Dijo Ryan algo confundido por ver que sabía más de lo que él creía.
            -Perdóname Ryan si te tomo por sorpresa. Espero que no te disguste.- Dije suavemente; ahora tenía el control, aunque me faltaba tener el arma para poderlo tener totalmente.- No es mi intensión molestarte. Espero que no te esté quitando mucho tiempo, supongo que tu suministro de drogas ya se acabó y pues creo que deberías ir por mas ¿No lo crees tú también?- Dios, sí que tenía el control de aquel chico. Me sentía una adivina, todos me miraban como tal. Sabía perfectamente la vida del chico que momentos antes me estaba amenazando con matarme.
            -¿De dónde sacaste eso?- Dijo alejándose de mí.
            -Creo que no importa mucho ahora.- Dije algo mareada. Todo ese poder me estaba debilitando; tenía que actuar rápido para poder irme a reposar.
            -¡¿De dónde sacaste eso?!- Dijo enfadado; quería respuestas y no se las iba  dar. Mi cabeza me mataba y lo único que quería era dormir.
            -Ya te dije, eso no impo…- Empezó a perder el control; en segundos todo lo que veía en cámara lenta, se volvió borroso y segundos después negro. Estaba a su merced, ahora sí podrían matarme sin necesidad siquiera de escuchar mis gemidos.


9 comentarios:

  1. me dejaste con ganas de mas!!!
    me encanto! y quisiera saber de que trata exactamente el don de Meli...
    y tmbn si habra posible romance entre ella y Chris?
    ay bno en fin son demasiadas mis preguntas XD jajaj pero esque me tiene muy atrapada la historia :D

    Besos

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  2. Jeje Dulce que bueno que te guste!! En estos proximos capitulos se aclara el don de mel!! Y pues si tienes alguna duda o no entendiste algo y sea algo que te pueda aclarar con gusto lo hare!!

    XoXo ♥

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  3. Ayy me encanta tu historia! no miento cuando digo que me dejaste impaciente!! Me gusta mucho la forma que escribes, y también la trama de la historia!
    La encontré hoy a tu novela, y ya te estoy siguiendo!
    Te molestaría mucho si tu te pasaras por mi blog, y comentas mi historia? porque sería importante para mí.. igual si no quieres no hay problema.. Me seguire pasando por aquí cada vez que publiques tu historia :)
    Lunatic

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  4. AYYY me encantó!! ¿Qué pasará ahora?
    o.O

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  5. Hola!!! Me encanta tu historia! muy interesante la trama! ya me atrapó! deseo saber mas del don de Melissa!

    Que cruel fue x todo lo que paso... que familia loca! todavía falta mucho x develar... no entiendo el xq sus hermanos eran así con ella... y sus padre ni hablar! un demente! ahora no entendí bien lo de Lucas... que es lo que sabe? y en el cap anterior xq no recordó nada de lo q le hizo? acaso estaba poseído y ella le quito ese alma maldita q tenia? pfff eso es lo único q se me viene a la mente... xD

    y este chico Max... que fue lo que sucedió cuando se miraron? es otro como ella? muchas dudas tengo!!!!

    super intrigante esta esto! espero ansiosa el prox cap!!!

    ah! x cierto! te sigo x el Face soy Taly Moon!

    besotes!!!!!!!!!!!!!

    Taly.

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  6. Lindo blog :)
    Escribes muy bien!!
    Sigue pronto
    Me encanta!

    El rincón de los sueños perdidos

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  7. Me he leido la historia y me ha encantado ;D me has atrapado estoy intrigada por el don de mel ;D aunque tengo muchas dudas aun ¬¬ lo de lucas no entiendo lo que sabe ni tampoco porque el padre la trata asi :D que majo que es max . Yo creo que tiene algun don tambien ;D ah por dios necesito mas ;D por cierto si quieres pasate por mis blogs
    http://segundaoportunidaddevivir.blogspot.com/
    http://masalladelmardetusojos.blogspot.com/
    ;D publica pronto que tengo ganas de mas un besazo

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  8. hAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA esta muy buenaaaaa !!!
    saludos setsuka

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  9. Me he leído los tres primeros capítulos y me han gustado. Iré buscando huecos y me leeré la historia entera :)

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